No hay forma lineal de contar la historia de Glovo. Aunque lo cierto es que la suya ha sido una historia de todo menos lineal. Más bien al contrario. Empezando porque la socia con la que se alió Oscar Pierre para montar aquel proyecto de plataforma de reparto a domicilio, Marta Ripoll, dejara la empresa antes siquiera de que empezara a rodar. Continuando porque tres jóvenes también emprendedores y también ubicados en Barcelona Activa, como ellos, trabajaran, entonces, en una plataforma idéntica (Unplis, se llamaba). “Me quitaban el sueño”, reconocerá, años más tarde, el propio Pierre, que acabó ganando aquella batalla. Por no hablar de que tras su primera presentación formal a un panel de cien inversores y mentores, solo 3 se acercaran a interesarse por aquello entonces bautizado como Globo. Quiso la suerte que fueran los 3 indicados, porque, a partir de ahí y tras tocar unas cuantas puertas más, todo empezó a cambiar.
Aquella idea que recaudó 140.000 euros de varios pequeños inversores y logró entrar a formar parte de Conector, la aceleradora de Carlos Blanco, celebra este lunes diez años de vida. Lo hace convertida en una empresa con suficiente peso como para tener al president de la Generalitat, Salvador Illa, y al primer espada de Foment del Treball, Josep Sánchez Llibre, entre los invitados de honor al acto de celebración.
Hitos empresariales
Lo cierto es que a Glovo, hitos no le faltan. La aplicación cumple su primera década de vida habiendo esquivado varias veces el cierre, operando en 23 países, facturando unos 2.000 millones de euros, acumulando 1 billón de pedidos entregados, formando parte de un grupo alemán que cotiza en bolsa (Delivery Hero) y con algo más de 900 millones de euros recaudados en rondas de inversión antes de alcanzar la meta más común en el universo emprendedor: el ‘exit’, conseguir vender la empresa o sacarla a bolsa.
La compañía ostenta el logro, asimismo, de haber introducido a Catalunya en la liga de los unicornios, aquellas jóvenes empresas tecnológicas que consiguen estar valoradas en más de 1.000 millones de dólares en un corto periodo de tiempo. En función del criterio que se aplique, tendría que encabezar esta lista eDreams Odigeo, pero cuando esta agencia de viajes ‘online’ alcanzó el hito, el término ‘startup’ no sonaba tan fuerte como después de que Glovo eclosionara en medio de un ecosistema que vivía, ese 2015, una conjunción perfecta: primeros programas de incubación, primeros fondos especializados, primeras asociaciones…
Retos laborales y culturales
Glovo también atesora el (dudoso) logro de haber visto creada una ley casi a medida para corregir el modelo laboral en el que se sustenta su negocio. El propio Pierre se ha encontrado declarando en un juzgado por estar imputado por este asunto, haber cometido un supuesto delito contra los derechos de sus trabajadores. En parte por eso –en parte porque la amenaza de multas que enfrentaban empieza a ser mucho mayor a lo que podían encajar–, la plataforma ha desplegado un plan para que a partir del mes que viene, su flota de repartidores sean trabajadores asalariados, no autónomos, como hasta ahora.
Esto marcará, sin duda, el arranque de la nueva década que, también hoy, empieza para Glovo. La meta oficial es ir creciendo sobre todo en los negocios de entrega de productos más allá de la restauración (supermercados, parafarmacia, ropa, comercio en general…), pero, por el camino, tendrá que ir marcándose varias otras.
Levantar el ánimo de la plantilla
Por ejemplo, levantar el ánimo de una plantilla y equipo directivo algo alicaídos desde la compra de Delivery Hero (que, algunos trabajadores, relacionan con que formar parte de Glovo ya no sea todo lo divertido y desafiante que era) y, también, por como han terminado años de pulso con el ministerio de Trabajo y Economía Social liderado por Yolanda Díaz. El malestar: que la empresa haya sucumbido, al fin, a la voluntad de Gobierno y se disponga a contratar a los ‘riders’, y que toda multa o pena que sobrevolaba sobre la plataforma, siga sin esfumarse.
Pierre
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