Desde UPA queremos rendir homenaje a una figura insustituible para el mundo agrario y vitivinícola valenciano: Félix Cuartero García. Su reciente fallecimiento deja un vacío difícil de llenar, pero también un legado que debe ser reivindicado con orgullo y gratitud. Una figura imprescindible para entender la vitivinicultura valenciana de las últimas décadas. Su fallecimiento nos deja un vacío enorme a cientos de enólogos, pero también un legado que trasciende la técnica y alcanza el alma del territorio. Cuartero no solo fue un brillante enólogo y docente; fue, ante todo, un aliado del agricultor. Su trayectoria en diferentes cooperativas de la comarca Utiel Requena no fue solo técnica, sino profundamente humana. Comprendía que detrás de cada vino hay manos curtidas, sacrificio diario y amor por la tierra. Por eso defendió siempre la calidad como camino de dignidad para el productor. Entendía que la calidad de los vinos de la comarca debía ser proyectada y fue capaz de ver que el futuro estaba en el mercado, y el mercado demandaría vino embotellado. En la Cooperativa Vinícola Requenense impulsó en 1976 la primera línea de embotellado, y elaboró el primer vino blanco de la Denominación de Origen Utiel-Requena y abrió camino a una comercialización que permite al viticultor obtener un precio más justo por su esfuerzo. Fueron destacables su papel en la Estación Enológica y en Escuela de enología y viticultura Félix Jiménez de Requena donde estuvo tres décadas como docente formando a generaciones de enólogos con su saber y compromiso por este oficio. Pero fue en su defensa de la variedad bobal y del territorio donde su figura se vuelve insustituible. Impulsó Proava como altavoz para el sector agroalimentario valenciano, con el fin de mejorar la comunicación y la promoción de los productos de calidad de la Comunitat Valenciana. Félix Cuartero fue un puente entre el conocimiento técnico y el arraigo rural, entre la modernización y la defensa de la identidad agrícola. Fue un cooperativista convencido, un divulgador incansable y un enamorado del paisaje vitícola que ayudó a reivindicar incluso ante la Unesco. Y, sobre todo, recordó a todos que detrás de cada producto hay agricultores y agricultoras que hacen posible la excelencia y que ese trabajo debía ser dignificado. Gracias, Félix, por poner en valor nuestro trabajo. Que la tierra que tanto defendiste te sea leve.



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