Bioparc Valencia ha anunciado una ambiciosa ampliación de sus instalaciones que pretende redefinir la experiencia de visita con un recorrido temático basado en la Ruta de la Seda. Con una inversión prevista de 64 millones de euros, el proyecto promete convertirse en uno de los grandes hitos culturales y turísticos de la ciudad en los próximos años. Sin embargo, el anuncio ha despertado una oleada de críticas y oposición vecinal debido a su impacto en terrenos agrícolas históricos del entorno del Parque de Cabecera.
El acto de presentación, celebrado recientemente, reunió a la alcaldesa de Valencia, María José Catalá, a responsables de la empresa concesionaria Rain Forest y a miembros de la Fundación Bioparc. Según sus promotores, el proyecto conectará simbólicamente València con China y África, en homenaje a uno de los itinerarios más influyentes de la historia: la Ruta de la Seda. El recorrido propuesto busca entrelazar cultura, naturaleza y tecnología en una experiencia “inmersiva, educativa y familiar”.
Sin embargo, la oposición no se ha hecho esperar. La plataforma ciudadana Taula per la Partida, que agrupa a asociaciones y vecinos de Campanar y Benimàmet, han emitido un comunicado donde denuncian que la expansión amenaza uno de los pocos reductos agrícolas activos dentro del término municipal. La controversia pone en evidencia el conflicto entre el modelo de desarrollo urbano y la preservación del patrimonio agrícola valenciano.
Así será la ampliación del Bioparc Valencia: un recorrido de tres fases
El proyecto de ampliación se desarrollará en tres fases diferenciadas:
Primera fase: El Camino Copto
Ya en marcha, esta fase recreará la antigua ruta marítima que conectaba África oriental con Egipto. Con un presupuesto de 18 millones de euros, incluirá hábitats representativos de zonas como Mombasa (Kenia) o Alejandría, y combinará espacios naturales con elementos culturales como templos egipcios, granjas etíopes y grandes pajareras. Además, se incluirá una zona de restauración ambientada en Stone Town (Zanzíbar), con una estética que fusiona África oriental y el mundo árabe.
Segunda fase: Las alquerías valencianas
Esta etapa abordará la rehabilitación de las alquerías existentes en los terrenos adyacentes al parque. Estas construcciones tradicionales de la huerta valenciana serán restauradas como espacios interpretativos centrados en la historia local de la producción de seda. Con una inversión superior a 1,2 millones de euros, se busca explicar el cultivo de moreras, el ciclo vital del gusano de seda y la relevancia histórica de València en el comercio textil.
Tercera fase: La China Imperial
El núcleo del proyecto será una vasta recreación cultural inspirada en la antigua China. Con más de 44 millones de euros de presupuesto, ocupará los márgenes del acceso principal al Bioparc y ofrecerá jardines chinos tradicionales, espacios para ceremonias del té, espectáculos de sombras chinescas y experiencias inmersivas en realidad virtual. Entre otras cosas, se prevé que el visitante pueda “volar” sobre parques naturales chinos montado en un dragón digital.
Según Fernando González Sitges, director de la Fundación Bioparc, el objetivo es “ofrecer una experiencia que eduque, inspire y emocione”, reforzando la proyección del parque como referencia internacional en divulgación ambiental.
Una oposición vecinal que crece: “No se puede construir sobre la historia viva”
No obstante, esta visión no convence a todos. La plataforma ciudadana Taula per la Partida afirma que la intervención es “ajena al contexto histórico y cultural de la huerta” y supone “una amenaza directa al patrimonio agrícola vivo de València”.
Los terrenos sobre los que se planea construir formaban parte de la huerta en producción hasta hace menos de una década, y todavía hoy están rodeados de parcelas cultivadas, acequias en funcionamiento y alquerías activas. Para los colectivos sociales, la propuesta representa un paso más en la urbanización encubierta del entorno natural del Parque de Cabecera, disfrazado bajo una atractiva envoltura cultural y turística.

El valor patrimonial del entorno no es anecdótico. En 2019, la FAO reconoció el Regadío Histórico de l’Horta de València como Sistema Importante del Patrimonio Agrícola Mundial (SIPAM). Se trata del cuarto enclave en España en recibir esta distinción. Además, el histórico Tribunal de las Aguas de la Vega de València, encargado de gestionar el uso del agua de riego en la zona desde época medieval, fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial por la UNESCO.
“Numerosas instituciones académicas y culturales han alertado sobre el riesgo de pérdida de este patrimonio. Desde el Consell Valencià de Cultura hasta la Universitat de València o el Comité Económico y Social Europeo han insistido en la necesidad de priorizar la protección del paisaje agrario frente a la expansión urbanística”, explican desde la plataforma.
Propuestas alternativas
Frente al actual proyecto, los colectivos ciudadanos proponen una alternativa basada en la recuperación de las alquerías como centros de interpretación de la seda; la puesta en valor de las acequias como rutas didácticas; y la creación de un corredor verde que conecte la huerta con el centro de la ciudad. En su documento “La Façana de l’Horta”, estas entidades defienden un modelo de desarrollo que aproveche la memoria agraria como recurso turístico y educativo, en lugar de sustituirla por recreaciones escenográficas.
También plantean una ruta cultural de la seda basada en elementos patrimoniales reales: la Lonja de la Seda, el Colegio del Arte Mayor de la Seda, las alquerías y el Tribunal de las Aguas. Este itinerario permitiría integrar el relato de la Ruta de la Seda con la identidad valenciana sin recurrir a escenarios artificiales ni ocupar suelos de alto valor ecológico.

Llamamiento al diálogo
La plataforma Taula per la Partida ha solicitado al Ayuntamiento de València que suspenda temporalmente el desarrollo del proyecto y abra un proceso participativo real con el vecindario, asociaciones culturales, universidades y expertos en patrimonio. “No se trata de frenar el progreso, sino de que este se construya con sentido, con respeto al pasado y con una visión de futuro sostenible”, afirman.
En un contexto en el que la sostenibilidad y la identidad cultural son valores cada vez más apreciados por la ciudadanía y por el turismo internacional, la polémica en torno a la ampliación del Bioparc podría convertirse en una oportunidad para repensar el papel de la huerta en el futuro de Valencia.