Domingo, 25 de mayo 2025, 00:04
En los ambientes del hampa ceutí era una suerte de leyenda revestida de toques de realidad. La existencia de un túnel excavado entre la ciudad autónoma y algún punto del territorio marroquí. Una galería subterránea habilitada para que los porteadores transportaran toneladas de hachís evitando los controles fronterizos. Una suerte de autovía de la droga para dar salida a la mercancía en dobles fondos de semirremolques; unos camiones que luego cruzaban el Estrecho con destino a Algeciras. La ciudad gaditana cuyo puerto hace las veces de entrada de ‘chocolate’ para surtir no solo a la península, sino a puntos de entrega ubicados en todo el espacio común europeo.
La fábula del narcotúnel se convirtió en verdad a principios de febrero pasado. Un arrepentido de la ‘operación Hades’ (14 detenidos en dos fases en una causa tutelada por un juzgado de la Audiencia Nacional) confirmó a la Guardia Civil la existencia de este pasadizo y la implicación de varios agentes del instituto armado destinados en el Puerto de Ceuta en una tupida red de tráfico internacional de droga. Una declaración que fue corroborada por esta misma persona hace solo un mes ante la Fiscalía.
Exterior del túnel localizado en la nave del polígono industrial del Tarajal (Ceuta).
RC

«Dependiendo de la cantidad, (el guardia civil R. G.) cobraba un dinero u otro, entre 70.000 y 100.000 euros. Él nos informaba de los días en los que podíamos trabajar, cualquier cosa rara del puerto, si salía en rojo o había algún chivatazo…Por ejemplo, del camión que cogieron en Marbella se llevó 70.000 euros», detalló el investigado desde su asiento del juzgado con las manos esposadas, según recoge un vídeo al que ha tenido acceso este periódico. «¿Y por dónde entraba la droga?», le cuestionaron. «La entrada de mercancía a Ceuta se hacía por una nave industrial a la que se accedía por un túnel. La droga era de Marruecos», reveló.

El pasadizo se encuentra en el sur de Ceuta, en el polígono Industrial Alborán del Tarajal, con la conocida Barriada del Príncipe al norte y la frontera marroquí al sur
Los investigadores encontraron el acceso al pasadizo en la nave 9
Parte del pasadizo inspeccionado
La luz se obtenía de la nave colindante (8), con una perforación en la pared y una instalación artesanal

El pasadizo se encuentra en el sur de Ceuta, en el polígono Industrial Alborán del Tarajal, con la conocida Barriada del Príncipe al norte y la frontera marroquí al sur
Los investigadores encontraron el pasadizo en la nave 9
Parte del pasadizo inspeccionado
La luz se obtenía de la nave colindante (8), con una perforación en la pared y una instalación artesanal

El pasadizo se encuentra en el sur de Ceuta, en el polígono Industrial Alborán del Tarajal, con la conocida Barriada del Príncipe al norte y la frontera marroquí al sur
Los investigadores encontraron el acceso al pasadizo en la nave 9
Parte del pasadizo inspeccionado
La luz se obtenía de la nave colindante (8), con una perforación en la pared y una instalación artesanal

El pasadizo se encuentra en el sur de Ceuta, en el polígono Industrial Alborán del Tarajal, con la conocida Barriada del Príncipe al norte y la frontera marroquí al sur
Los investigadores encontraron el acceso al pasadizo en la nave 9
La luz se obtenía de la nave colindante (8), con una perforación en la pared y una instalación artesanal
Parte del pasadizo inspeccionado
Los investigadores tenían entre ceja y ceja un recinto concreto ubicado en el polígono Alborán del Tarajal, junto al populoso barrio ceutí del Príncipe. Es la nave número nueve del camino Arroyo de las Bombas. El 19 de febrero pasado, pocos días después de la primera confesión del arrepentido ante los agentes de Asuntos Internos de la Guardia Civil –la unidad responsable de las pesquisas por la implicación de al menos tres compañeros, a quienes llevaba siguiendo desde 2023 por dos entregas fallidas en la península con cinco toneladas de hachís–, entraron en el almacén con una orden judicial a las 9:20 de la mañana.
Los perros marcaron la planta principal y los agentes se fijaron en varios cubos de plástico negro con escombros apilados sobre dos palets, bajo los cuales se ocultaba una trampilla metálica. Al abrirse de forma manual llegó la sorpresa. Quedó al descubierto una cavidad de unos doce metros de profundidad, divididos en varios niveles separados por tablillas de madera. Tras quitarlas, colocaron una escalera y al final de la oquedad accedieron a una galería con rumbo sur de unos 70 centímetros de alto y 120 de alto, de suelo de tierra y cuyas paredes y techos estaban revestidos de las tablillas. Además, había un sistema de iluminación rudimentario y un tubo amarillo de drenaje.
En total, la galería tiene al menos 50 metros de largo, pero no se continuó la inspección porque a partir de ahí la altura del túnel descendente era sólo de entre 50 y 60 centímetros y estaba inundado por el agua que se filtraba de un arroyo natural. Los agentes intentaron achicarla, pero al final decidieron suspender el registro hasta el día siguiente. A las 8:50 se reanudó y se instalaron bombas de extracción. A las 19:00 horas se volvió a entrar sin que se pudiera superar la zona anegada, tras la cual se divisaron bloques de cemento y hormigón arrojados desde el lado marroquí para impedir el paso, quizá tras destaparse la operación policial.
La incógnita era dónde estaba la salida y la respuesta se obtuvo casi por casualidad, cuando los investigadores vieron que en suelo marroquí se quemaban unos rastrojos y que, de inmediato, el denso humo se metía en el pasadizo. Por tanto, la boca de entrada estaba allí, en concreto en una zona militarizada ubicada en el municipio de Castillejos.
Según el sumario al que ha tenido acceso este periódico, el juzgado está a la espera ahora de que la Gendarmería marroquí mande un informe con los hallazgos de la galería en su territorio, una vez que los agentes aseguraron con medidas de seguridad la zona española (cámaras y sensores) en otra entrada y registro llevada a cabo a principios de marzo.
Una imagen de la nave en septiembre de 2023 enfocando al lugar (en rojo) donde fue localizado el túnel en febrero de 2025.
RC

Además, en la parte superior de la nave se encontraron varias prendas de ropa húmedas, con restos de tierra y barro, entre las que había trajes de neopreno. Fueron mandadas a analizar para recoger muestras de ADN y cotejarlas con las bases de datos policiales. Esto demostró que el túnel había sido utilizado hacía poco, probablemente en diciembre de 2024, y por las pesquisas previas se estima que pudo estar dos años a pleno rendimiento, ya que la nave fue alquilada en junio de 2022 y existe constancia de que en septiembre siguiente no estaba la desembocadura del pasadizo, según las fotos aportadas a la causa por la propietaria.
Interior del túnel que conecta Ceuta con Castillejos (Marruecos), con el suelo embarrado y el tubo amarillo para achicar el agua.
RC

El almacén estaba alquilado a un ciudadano ceutí de 40 años, de nombre Rafael Jiménez. Un hombre con antecedentes penales a quien en enero de 2023 le interceptaron en el puerto de la ciudad autónoma 30.000 euros en el salpicadero del coche de su expareja. Al investigado, cuya pantalla era una empresa de marmolería, le involucran por el uso del pasadizo secreto en dos envíos frustrados de 5,1 toneladas de hachís en junio y diciembre de 2023 que dieron origen al caso. Contaba para ello con el apoyo de una «estructura de seguridad» compuesta por los guardias civiles acusados, que se ocupaban básicamente de inspeccionar vehículos en la zona portuaria.
Rafael Jiménez está hoy huido de la justicia, y sobre él recaen órdenes de busca y captura europeas e internacionales dictadas en abril pasado por el juzgado de la Audiencia Nacional. Este ceutí guarda los secretos del narcotúnel que unió durante más de dos años España y Marruecos. Una autovía subterránea para los traficantes de hachís.