Los 1,3 millones de toneladas de alimentos y bebidas que el año pasado acabaron en la basura en España supusieron unas pérdidas económicas de unos 120 millones de euros. Es el equivalente al 30% de los alimentos que se producen y que, además del impacto económico, tienen un importante efecto medioambiental y una repercusión social. El desperdicio de productos es uno de los principales desafíos a los que se enfrenta en estos momentos la industria agroalimentaria española, ha alertado el director general de Alimentación del Ministerio de Agricultura, José Miguel Herrero, en una de las sesiones que este martes se han celebrado en la escuela de negocios IESE con motivo de la 28ª edición de las jornadas Food&Beverage.

Esos 120 millones de euros son el equivalente, por ejemplo, a despilfarrar 80 millones de kilos de huevos o a derrochar 27,3 millones de botes de salsa de tomate. De hecho, y a la espera de que el ministro Luis Planas actualice los datos en las próximas semanas, cada hogar español desperdiciaba en 2023 una media de 65,5 kilos de alimentos al año. A esa cifra hay que sumar lo que se pierde en el resto de la cadena de producción, desde el campo hasta la cesta de la compra.

“Y aunque la ley contra el desperdicio alimentario prevé que todas las empresas del sector tengan un plan para reducir las pérdidas, hay que celebrar que seis de cada 10 compañías ya hayan elaborado esos planes antes incluso de que fueran obligatorios y que en torno al 90% están aplicando medidas en ese sentido”, ha indicado Herrero, que ha detallado cuáles son los pilares básicos de la nueva estrategia alimentaria de España, presentada el pasado enero.

Los envases retornables

También en clave de sostenibilidad, el sector de la distribución ha mostrado su preocupación por la entrada en vigor de la norma europea que obliga a implantar antes de 2026 un sistema de depósito, devolución y retorno (SDDR) de envases, similar al que funciona desde hace años en países como Alemania. El problema es que, en estos momentos, solo se está reciclando el 41,3% de las botellas de plástico de un solo uso, lejos del 70% exigido por la ley, “lo que va a obligar a realizar un esfuerzo importante a las empresas”, ha subrayado Ignacio García Margazo, director general de la patronal de supermercados Asedas.

El sector, que ha empezado a desarrollar iniciativas en este sentido, está calculando también cuánto le va a costar la adaptación a este nuevo modelo, que supone, en muchos casos, una adaptación profunda de la logística de los establecimientos (donde se tendrán que depositar los envases retornables, por ejemplo) o una formación específica para los trabajadores.

Ya este año están obligados a ofrecer sistemas de recogida de envases retornables los establecimientos con una superficie superior a 300 metros cuadrados, que deben ofrecer al menos cuatro referencias de bebidas en envases reutilizables. A partir de noviembre de 2026, el sistema de devolución de envases de plástico de un solo uso se ampliará a botellas de cristal, latas y briks. 



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